La llorona es el alma en pena de una mujer que aparece por las noches preferiblemente en las encrucijadas de caminos, o cerca de los cuerpos de agua.
Ella va vestida de blanco y se cubre el rostro con su larga cabellera negra. Mas aterrador que su presencia, resultan sus gritos y lamentos con los cuales llama a sus hijos entre sollozos.
Se dice que la leyenda de la llorona se origino con el
mito de Cihuacóatl o Ciucóatl, una deidad prehispánica, mitad serpiente y mitad mujer que era la protectora de la tierra, diosa de la fertilidad y los partos (Quilaztli), guerrera (Yaocíhuatl) y madre (Tonantzin) del pueblo azteca y sus dioses.
En náhuatl Tonantzin significa nuestra madre venerada y este término se les daba a todas las deidades femeninas, Yaocíhuatl significa diosa guerrera y ambos títulos eran añadidos al nombre de las diosas según sus características.
Cihuacóatl, “la señora de la serpiente”, se representaba como una mujer madura, que llevaba la cara pintada, una mitad en rojo y la otra en negro, llevaba una corona de plumas de águila y vestía una blusa roja y falda blanca. Cargaba un instrumento para tejer en su mano derecha y en la otra un escudo que combinaba con la corona.
Ella fue la primera mujer que dio a luz, por eso se convirtió en la protectora de los partos, y patrona de aquellas que mueren durante el alumbramiento. Junto a su esposo Quetzalcóatl, construyó la era presente de la humanidad, moliendo los huesos de tiempos pasados y mezclándolos con sangre.
Esta diosa es madre de Mixcóatl, al que abandonó en una encrucijada de caminos, lugar al que regresa a llorar por él, pero solamente encuentra un cuchillo de sacrificios.
Cihuacóatl era la reina del Cihuateteo, el lugar donde iban a parar las almas de las mujeres que murieron al dar a luz.
Con la llegada de los españoles, todos estos mitos fueron tomados por los españoles, y adaptados para convertirse en lo que hoy conocemos como la leyenda de la llorona.
Cuando llegaron los españoles, tomaron la creencia de Cihuacóatl y la modificaron, dando lugar a lo que hoy conocemos como la leyenda de la Llorona.